ADMONICIONES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS V
TRES ADMONICIONES DE SAN FRANCISCO SOBRE EL AMOR
ADMONICIÓN 9: El amor a los enemigos
Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, y orad por los que os persiguen y calumnian.
Ama de veras a su enemigo el que no se duele de la injuria que este le hace, sino que arde interiormente, por el amor de Dios, a causa del pecado que hay en su alma, y le muestra su amor con obras.
Comentario. El comentario está introducido por un texto del Sermón del Monte de san Mateo, en el que Jesús, nuevo Moisés, anuncia la nueva Ley, la ley del Reino del Reino de Dios. Como nos sucede muy a menudo, de tanto escuchar el evangelio, nos parece normal lo que dice Jesús. ¿Pero es normal?
Tres pasos en la admonición
- Ama de veras a su enemigo el que no se duele de la injuria que este le hace. No es que no le afecte la injuria, sino que no le duele, no hurga en ella.
- sino que arde interiormente, por el amor de Dios, a causa del pecado que hay en su alma. Lo que le duele, por el amor de Dios, es el pecado cometido por quien lo ha injuriado. Si queremos perdonar las ofensas no podemos decir que no ha sucedido nada, que no tiene importancia. No. ha sucedido algo importante; pero no me desasosiega, no me irrita.
- y le muestra su amor con obras. No esperes que surja en ti un sentimiento o afecto positivo hacia quien te ha injuriado. Este amor se refiere al amor con que Dios te ama a ti se transforma en obras en favor de tu enemigo. Es el amor de Dios que nos amó siendo nosotros pecadores
Mensaje de la admonición 9
1. Amor crucificado
- Solo mirando a Cristo crucificado podemos amar a nuestros enemigos; y solo desde la fe en este amor, podemos amar.
- Ante el amor a los enemigos no tenemos escapatoria. Cuando hablamos de amor universal, muy a menudo es un subterfugio y una evasiva para eludir el amor concreto.
- Nuestro enemigo, quien nos ha injuriado, tiene un rostro concreto, una persona, un grupo, un colectivo o institución determinada.
- Recordemos a san Pablo: el amor disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
- Y recordemos el mandato del Señor, el suyo: Amaos unos a otros como yo os he amado; en esto conocerán todos que sois discípulos míos. La señal del cristiano es el amor.
ADMONICIÓN 24: El verdadero amor
Texto. Dichoso el siervo que ama a su hermano cuando está enfermo y no puede
corresponderle, tanto como le ama cuando está sano y puede corresponderle.
Comentario. Tenemos aquí un ejemplo de admonición en la línea de los apotegmas o axiomas de los abba y amma de los monjes del desierto.
Mensaje de la admonición 24
- No vivir de expectativas, sobre todo en relación con los demás. Cierto que tenemos derecho a esperar satisfacciones, tanto en nuestras relaciones, como en nuestra actuación de cada día; pero no debe ser esta esperanza la que nos lleve a actuar.
- Dejarnos afectar por las situaciones de debilidad, sea cual sea esa debilidad, de nuestro hermano. A veces tendremos que reconocer que quien está junto a nosotros no puede cambiar, aunque quiera. Y asimismo reconocer que en nosotros hay debilidades que no podemos corregir, aunque nos esforcemos. Lo único que nos queda es mirar al Crucificado y pedirle que nos ayude a llevar nuestra propia cruz de cada día detrás de él.

ADMONICIÓN 25: Más sobre el verdadero amor
Texto. Dichoso el siervo que tanto ama y respeta a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está con él; y no dice de él a sus espaldas lo que no puede decir con caridad delante de él.
Comentario. Otro apotegma del abba Francisco. Tema, la murmuración, y la verdadera corrección.
Mensaje de la admonición 25
- No a la murmuración que destroza la convivencia en la fraternidad, en la familia y en los grupos.
- Mas con caridad hemos de decirle al hermano lo bueno y lo no tan bueno; decirle lo que no quiere oír, aunque en su fuero interno reconoce que es verdad. Y por lo mismo, aceptar que los demás nos diga a nosotros lo que no queremos oír de nosotros mismos, pero que reconocemos que es verdad Con qué insistencia nos insta Francisco a la corrección mutua.
En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco.
Fray Carlos Bermejo