CARTA PASTORAL UN MODELO E INTERCESOR PARA TODOS
Actualizado: 4 nov 2021
Con motivo del Año Jubilar por el IV Centenario de la beatificación de San Pedro de Alcántara Año Jubilar, 18 de octubre de 2021-2022.
“ Con el testimonio admirable de tus santos, fecundas, Señor, a tu Iglesia con vitalidad siempre nueva y nos das pruebas evidentes de tu amor. A la vez, su valioso ejemplo nos anima y su bondadosa intercesión nos ayuda para hacer efectiva nuestra salvación”. Así reza, queridos hermanos, el Prefacio II de los Santos en el Misal Romano y expresa perfectamente lo que quisiera transmitiros en esta carta con motivo del Año Jubilar que se celebra en la querida ciudad de Arenas de san Pedo desde el día 19 de octubre hasta la misma fecha de 2022, con motivo del IV Centenario de la Beatificación de su patrono San Pedro de Alcántara.
Ciertamente no deja de sorprender la repercusión que, casi cuatrocientos sesenta años después de su muerte y a cuatro siglos de su beatificación, sigue teniendo la endeble y amable figura de este gran santo extremeño, al que tanto admiraba y quería nuestra santa Teresa de Jesús y decía de él que, en contraste con su gran austeridad y penitencia, “este santo de nuestro tiempo era…estaba grueso el espíritu, y ansí tenía el mundo debajo de los pies” (Vida,27,16-20). Así era este fraile franciscano, que tanto quiere y admira Arenas hasta el punto de añadir para siempre su nombre a sus señas de identidad.
Fray Pedro no pretendió en su vida otra cosa que ser cada día más pobre, más sencillo y más austero, respondiendo así a una llamada particular recibida de Dios; acogiendo la gracia del Espíritu Santo para imitar más perfectamente a Cristo, quien no tenía ni dónde reclinar la cabeza (cf. Mt 8,20), y siguiendo fielmente los pasos marcados por san Francisco, el poverello de Asís.
En una sociedad como la suya, afectada por continuos conflictos bélicos, no consta que pasara siquiera por su cabeza la posibilidad de un destino militar, a pesar del linaje nobiliario de su familia, ni buscar aventura y fortuna en el Nuevo Mundo como muchos de sus paisanos. Queda así de manifiesto, una vez más, la lección que insistentemente enseña la Historia: quienes marcan la dignidad humana de forma tan señera y trasciende su propia época, convirtiéndose en faro y guía para incontables generaciones venideras, no son aquellos que este mundo reconoce como “principales”, “poderosos” o “notables”; sino quienes escuchan la Palabra de Dios y la cumplen con humilde corazón (cf. Mt 12,50). Los santos son los grandes benefactores de la Humanidad y por eso nuestros mayores, y nosotros celebramos agradecidos su memoria.
José María Gil Tamayo (Obispo de Ávila)
(ver archivo adjunto: carta completa del Obispo de Ávila)
