FRAY VICTORINO TERRADILLOS ORTEGA DURMIÓ EN EL SEÑOR,
FRAY VICTORINO TERRADILLOS ORTEGA DURMIÓ EN EL SEÑOR,
franciscano,
a 17 de enero de 2023 a las 19,30 h.
Sor Mª. Victoria Triviño, osc
Corría el año 1961 cuando Fray Victorino publicaba una poesía titulada “Soy sacerdote”, y decía su deseo en ardiente súplica:
“…Que las plantas que siembres en mi barro
se transformen en Ti… ¡Oh Señor!
Fui la cruz de tierra tosca que no brilla
pero, al incendiar mi frío con Tu gozo y Tu dolor,
se ha convertido blanca, transparente, cristalina
como la luz que se despeña besando flor a flor”…
Fue un anhelo que el Señor le ha cumplido. Cuántas “plantitas”, cuántas clarisas arraigamos en el vuelo de su mística, de su sabiduría, de su impulso hacia Dios. Cuántas compartimos con él el gozo y el dolor, mientras su palabra mesurada, entrañable, era “como la luz que se despeña besando flor a flor”.
Por todas las que conozco, que fueron para él madres y hermanas, por las que no me ha sido dado conocer, quisiera elevar un canto de gratitud.
¡Gracias!, por el hermano que nos ha dado “la solicitud y cuidado” que Francisco de Asís prometió para las hijas de Clara.
Un día, San Pedro de Alcántara confió a santa Teresa su intención de entregarse sin descanso: “Cuando llegue al cielo extenderé el manto y descansaré”. Fray Victorino pudo decir las mismas palabras. En su entrega durante el Centenario, promoviendo junto a los hermanos tantos actos religiosos y culturales llegó al límite de sus fuerzas. Sucumbió dando enseñanza con palabra hermosa, montando exposiciones, acogiendo a los peregrinos, y… se ha ido descansar.
A la hora de Vísperas, mientras tantas clarisas le acompañábamos desde el monasterio, con la lámpara encendida de nuestra ardiente oración, poco a poco, mansamente, tan callando, se ha ido a recibir el abrazo del Señor en la Paz eterna.
Le conocí en los años 80 cuando, por indicación de mi comunidad, comencé a colaborar en la Revista “Santuario” que él dirigía. Y desde entonces ha sido mi asesor literario. Casi todos mis libros comienzan con una bella y certera presentación de Fray Victorino.
Debo confesar que sin su inspiración e impulso yo no habría publicado tanto. Cuando dejaba un libro en la editorial, ya me sugería el tema para escribir otro. La primera vez fue así: “Sólo una mujer, santa Teresa, escribió de San Pedro de Alcántara y lo hizo bien. Escribe tú como clarisa franciscana”. Y escribí “Orar con San Pedro de Alcántara”. “Con lo que sabes de Santa Clara, escribe, al estilo de Sabiduría de un pobre”. Y escribí “Pan y Hermosura. Clara de Asís”. “Escribe la espiritualidad de Santa Clara en temas, como lo hizo Kajetan Esser sobre San Francisco”, y publiqué “La Vía de la Belleza. Temas espirituales de Santa Clara”. “Escribe sobre los Padres de la Iglesia”… Escribe… Escribe… Y siempre he seguido fielmente su indicación.
Tuve la gracia de tratarle con intimidad, de acoger sus palabras cuando brotaban como un surtidor de sabiduría y belleza. Admiré su delicadeza, su hondura mística, su creatividad, su sabiduría y, sobre todo, su discernimiento. Era un lince para captar los signos de los tiempos lanzando la mirada certera hacia el futuro.
Los frailes, nuestros hermanos, podrán decir muchas cosas más de una larga historia de fidelidad, yo doy mi testimonio como clarisa. Ha sido grande gracia recibir la luz de su sabiduría, discernimiento, vuelo poético, espiritualidad, confianza y afecto fraterno.
Me queda dar gracias al Dador de Todo Bien por el regalo del hermano de “lindo entendimiento”.
¡Ve a la Luz, con tu estola blanca de fidelidad sin tacha! Contempla el rostro del Señor que amaste apasionadamente. El te cumplió el deseo con que acabaste la poesía:
“Soy Sacerdote,
Camino trillado por el paso continuo de Dios”.
Brille para él la Luz que no se apaga y hace eternamente feliz.
