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LA BELLEZA DE DIOS EN SAN PEDRO DE ALCÁNTARA I

Actualizado: 27 oct 2021

La belleza de Dios en San Pedro de Alcántara se manifiesta en la santidad de su vida.


La santidad ha sido siempre el ideal de la vida cristiana. “Sed santos porque yo soy santo” (1 Pedro, 1. 16; Lev. 19, 2).


La belleza de la santidad está inscrita en la misma estructura de la persona, porque está abierta a Dios que le desborda con el amor más grande y perfecto que puede imaginarse. San Pedro, desde su llamada a la vida religiosa, proyectó su ideal de perfección en la belleza de unión con Dios, como fuente de unidad, de luz, de gracia y santidad, Alcanzar la vida en Dios. Vivir la vida para Dios. Sentir el amor de Dios. Ser hijo y amado de Dios. ¿Hay algo más bello y sublime para el ser humano?


Para San Pedro, nada había tan bello como vivir en la casa de la belleza. En ella trasformaría la vida en gracia y belleza. Proyectó su futuro bajo el amparo del Altísimo, se refugió a la sombra de la misma belleza de Dios. Eso era lo que él deseaba y buscaba.


La santidad está basada en la inhabitación del Espíritu Santo, cuya presencia

hermosea y diviniza la vida del ser humano. Ser habitado por Dos es la suma belleza, la sublime hermosura de estar en Dios. Recuperar la belleza de aquella prístina imagen en la que Dios nos creó. Ser verdadera imagen de Dios.


Revestido con la belleza de su blanca pureza. Vivir para amar y amar a Dios para vivir en Él. ¿Cómo no enamorarse de esta vida? Ante esta belleza, San Pedro se sintió arrastrado, seducido, atraído por la fuerza del imán de Dios. Este fue el primer paso de la sublime y gloriosa belleza de San Pedro de Alcántara.


Arsenio Muñoz, franciscano


http://arsemunomar.blogspot.com/





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